Cuando llega una designación para un partido, todo tipo de preguntas generalmente recorren la mente de un árbitro. Quién juega y dónde se juega es inmediato, pero realmente no le importa a un buen árbitro, ya que vamos a donde nos piden. Luego viene la pregunta que importa a los árbitros: ¿con quién voy a trabajar? La respuesta puede causar un suspiro de alivio o una gran cantidad de ansiedades. Es mejor respirar profundo y recordar dos palabras clave: armonía del grupo.

Esas dos palabras hablan mucho para ti como árbitro mientras te esfuerzas por tener éxito en cada partido, temporada tras temporada. No es diferente de la armonía que es esencial en un matrimonio, una unidad familiar, un ambiente de trabajo o una organización social. Ningún hombre o mujer es una isla. Ningún árbitro puede ser uno, tampoco. Arbitrar es un negocio de personas y las personas deben estar en armonía para lograr objetivos comunes.

Un grupo es bueno tan solo por cómo funciona como grupo. Si un miembro del grupo no se desempeña tan bien como sus compañeros de equipo, se evaluará que el juego no está bien organizado. Los miembros del grupo deben estar en la misma sintonía para que el equipo, y por lo tanto cada árbitro, tenga éxito.

Entonces, ¿cómo lo haces, especialmente en los días que parece que tu equipo no está en el mismo libro, y mucho menos en la misma página?
El respeto mutuo como árbitros y, lo que es más importante, como seres humanos, es el primer ingrediente necesario. Apoyo, comunicación y humor son otras claves.

Si bien todos los miembros del grupo deben conocer sus responsabilidades para con el equipo y entre sí, es el jefe del grupo quien debe tomar la iniciativa para construir la armonía. En el béisbol esta persona es el árbitro principal.

En todos los deportes suele ser el árbitro más veterano. Es responsabilidad de los árbitros con mayor experiencia ayudar a los miembros más jóvenes del grupo, sin una actitud condescendiente. Es responsabilidad del jefe de equipo crear el ambiente “familiar” que es crucial para la armonía del mismo.

 

 
Ese ambiente familiar puede ser más fácil de construir y mantener en el fútbol y el béisbol, en el que son comunes los grupos. En otros deportes, los árbitros a menudo trabajan noches consecutivas con diferentes compañeros, durante toda la temporada. Es muy importante construir armonía, aunque solo sea por un día.

El proceso comienza con una llamada telefónica cuando se recibe la designación para un partido por primera vez. Puede ser a través de una conversación para romper el hielo, una reunión amistosa cuando te cruzas por la calle o un debate directo sobre el partido y los planes de viaje. Si es posible, viajar juntos a un partido, ya sea en un automóvil u otro medio de transporte, es una buena manera de comenzar a establecer la armonía.

La reunión previa al partido es el foro principal para construir la armonía que guiará al grupo a lo largo del partido. Es responsabilidad del líder del equipo hacer que cada persona se sienta cómoda en el antes de un partido. Ninguno de los árbitros debe sentirse intimidado o abrumado o a la sombra de otro compañero. Si lo hacen, dudarán y no tomarán las decisiones necesarias. La idea es elevar a un árbitro nuevo o con menos experiencia, para llevarlo a un nivel superior para que todo el equipo trabaje en un nivel superior.

Una forma de hacerlo es dejar que el miembro del grupo nuevo o menos experimentado comience a realizar el análisis previo al partido. Cuanto más permita que este árbitro participe y arroje ideas, más cómodo se sentirá. Con un grupo más veterano, los egos deben dejarse de lado por el bien de la unidad.

Cuando comienza el partido, el proceso de construcción de la armonía del grupo continúa. No se pueden tolerar las cejas levantadas, el lenguaje corporal negativo o las críticas externas si el grupo está trabajando productivamente como un equipo y, por lo tanto, de paso ganarse el respeto de los jugadores, entrenadores y espectadores.

Nunca avergüence a un miembro del equipo o insinúe que no está de acuerdo con su juicio. Mantenga el sentido del humor siempre, sin afectar al ritmo del juego.

¿Y qué pasa cuando simplemente no funciona? ¿Qué sucede cuando hay fricción entre compañeros o discrepancias entre los miembros del grupo?
El jefe de equipo debe presentar un informe a la persona encargada de designar o coordinador, con una evaluación honesta de por qué no funcionó. Depende de la persona a cargo ver si existe un patrón con un árbitro en particular. Luego hay otras evaluaciones y sistemas de calificación para ayudar a lidiar con problemas individuales que pueden frenar a un equipo.

A partir de ahí pase a la siguiente designación, con el próximo compañero o grupo, y con un compromiso total para hacerlo bien, juntos.

Fuente: https://www.referee.com/crew-harmony-leads-to-better-games-more-fun/
Traducción: Nacho Pardo

1 comentario

  • Jose Sordo 24 / 01 / 2019 Reply

    En todo encuentro deportivo reglado, hay siempre, sobre el terreno de juego, TRES EQUIPOS.
    Dos de ellos compiten por ser el mejor y ganador del lance. El tercero…es el EQUIPO ARBITRAL.
    Y no es una perogrullada.
    Mientras que el entrenador de los equipos que compiten tiene la responsabilidad y la obligación (entre otras) de dinamizar el grupo, creando la mayor y mejor armonía entre los jugadores, “ese” tercer equipo, el arbitral, tiene la responsabilidad de controlar y dirigir el encuentro, aplicando todos sus conocimientos técnicos y reglamentarios, con la mejor voluntad y honradez personal.
    Tampoco es una perogrullada. Es Su obligación.
    Pero…qué sucede cuando al grupo de árbitros le falta ARMONIA y/o carece de empatía entre sus componentes?
    Pues entre otras cosas, pueden llegar a perder el crédito y el respeto de los jugadores y técnicos, así como de los espectadores asistentes al encuentro.
    Y lo que peor aún, el respeto entre ellos mismos.
    Conclusión: se corre el riesgo de rozar la debacle y llegar al esperpento.
    Lamentablemente, esa situación lastimosa y de vergüenza, la hemos padecido en numerosos partidos de béisbol de la DH, en los últimos años en Bilbao, cada vez que “determinado” umpire, hace acto de presencia sobre el terreno de juego.
    Desprecia a jugadores, técnicos y espectadores, faltándoles al respeto en numerosas ocasiones (demostrable y demostrado) así como al compañero que tiene la mala suerte de compartir arbitraje con él.
    Esta información, es del conocimiento tanto de la RFEBS, como del presidente del Comité Nacional de Árbitros.
    Confío en que el artículo que acabo de leer sobre “Arbitraje, la armonía del grupo…” sea materia troncal y de aplicación, en los cursos de formación arbitral.
    Desde el respeto.
    Jose Sordo.

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